La pobreza, un problema de derechos humanos
Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo, a nivel mundial, más de 800 millones de personas aún viven con
menos de US$1,25 al día y muchos carecen de acceso a alimentos, agua potable y
saneamiento adecuados.
«En un mundo caracterizado por un nivel sin precedentes de
desarrollo económico, medios tecnológicos y recursos financieros, es un
escándalo moral que millones de personas vivan en la extrema pobreza», tal y
como se asegura en el prefacio sobre Los Principios Rectores sobre la Extrema
Pobreza y los Derechos Humanos.
La pobreza no es solo una cuestión económica. Por ese
motivo, debemos dejar de observarla exclusivamente como una falta de ingresos.
Se trata de un fenómeno multidimensional que comprende, además, la falta de las
capacidades básicas para vivir con dignidad. La pobreza es en sí misma un
problema de derechos humanos urgente y es a la vez causa y consecuencia de
violaciones de los derechos humanos, pues se caracteriza por vulneraciones
múltiples e interconexas de los derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales, y las personas que viven en ella se ven expuestas
regularmente a la denegación de su dignidad e igualdad. Reducir la pobreza y
erradicarla es por tanto una obligación de todas las sociedades.
Hace ya 30 años, el 17 de octubre de 1987, el padre Joseph
Wresinski hizo un llamamiento para luchar contra esta lacra, animando a
conmemorar el Día Mundial para la Superación de la Pobreza Extrema. Cinco años
después la Asamblea General, inspirada en ese llamamiento, declaró el 17 de
octubre como el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza
(resolución 47/196)
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