POR: Eudes J. Blanco P...
En la tradición venezolana y en especial en los pueblos
andinos, los niños nacidos el 19 de marzo llevan el nombre de José, en honor y
reconocimiento de ese carpintero que aceptó la “paternidad terrenal” de un ser
no concebido biológicamente por él, y como una manifestación de la más pura fe
y creencia religiosa.
Tal es la situación del personaje de hoy: el presbítero José
Onías Mora Newman, nacido el 19 de marzo de 1936, en un hermoso paraje de la
geografía merideña, la aldea Río Arriba,
cercana a Canaguá, municipio Arzobispo Chacón del estado Mérida.
Proveniente de una humilde y numerosa familia compuesta de
13 hermanos, en el hogar liderado por
Aurelio Mora y María Catalina Newman, estudió primaria en la escuela de
su aldea y cursó la secundaria en el Seminario de Mérida. Allí, en las aulas de
esta institución se hizo bachiller,
prosiguiendo sus estudios eclesiásticos de Filosofía y Teología en el
Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima en Caracas.
Las Ordenes Menores las recibió en Caracas de manos de los
obispos auxiliares Ramón I. Lizardi y José Rincón Bonilla. El subdiaconado de
manos del Cardenal Quintero; el diaconado de Monseñor Eduardo Boza Masvidal
y el Presbiterado en su pueblo natal el
12 de mayo de 1968, conferido por Monseñor Domingo Roa Pérez, Arzobispo de
Maracaibo y Administrador Apostólico de Mérida, para el momento.
Entre sus primeras labores figura el cargo de Capellán de
Monseñor Rafael Pulido Méndez, durante su enfermedad en el Hospital Militar de
Caracas, en 1968; realizó unas breves pasantías como párroco en Tovar y como
Vicario Cooperador de la parroquia Santa Lucía de Mucuchíes. El mismo año de su
ordenación, el 3 de diciembre de 1968, pasó a ocupar la citadina parroquia de
San Juan Bautista de Milla, en ella gestionó y logró la reconstrucción del
templo parroquial inaugurado con una homilía en homenaje a la Virgen de
Coromoto, el 12 de octubre de 1971. Alternó sus obligaciones en esta importante
parroquia con un programa de radio dominical, de mucha audiencia.
Ocupó las funciones de Deán de la Basílica Menor en Mérida,
donde estuvo diez años como integrante del Consejo Presbiteral. Fue un fiel
colaborador de Monseñor Salas. Se encargó, desde 1980 hasta 1992, de la
rectoría del Seminario Menor de Mérida, labor que compartió con los Padres
Eudistas. En esta actividad realizaba diversos y constantes viajes al interior,
destacándose los de la zona Sur del Lago de Maracaibo, en busca de ayudas
materiales y la captura de vocaciones para el Seminario.
Una asignación
Monseñor Baltazar Porras lo asignó, un 28 de septiembre 1992, para El Vigía, como
párroco de la Iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, y trajo la tarea
de generar las condiciones para la transformación de esta iglesia en una futura
Catedral y, por supuesto, la creación de una nueva Diócesis.
Su discurso, el 03 de octubre del referido año, en su toma
de posesión, refleja su calidad humana y profesional, donde se destacan cuatro
aspectos fundamentales: 1) un significativo conocimiento histórico del
municipio y de la región; 2) una clara conciencia de la misión que le fue
asignada; 3) la importancia de la participación de una comunidad que no es
homogénea y 4) el valor de la población juvenil.
Su labor de 12 años en El Vigía y la zona Panamericana, fue
altamente positiva: cumplió con la tarea asignada de preparar la
infraestructura necesaria para la creación de la Diócesis El Vigía-San Carlos
del Zulia, hecho acaecido el 7 de julio
de 1994.
Realizó una encomiable labor pastoral y social, que aunada a
su personalidad, que despertaba sentimientos de cariño, aprecio y fe cristiana,
lo convirtieron en una persona de alta estima para los habitantes del
municipio. Además de su labor desempeñada como sacerdote de la Iglesia Nuestra
Señora del Perpetuo Socorro, cumplida hasta el 16 de agosto de 2000, fue
trasladado a la parroquia de Guayabones, donde perduró hasta el año 2004; fue
vicario general de la Diócesis en las gestiones de los monseñores Domingo Roa
Pérez y William Delgado.
Cuando su salud comenzó a resentirse producto del cáncer que
minaba su cuerpo, retornó a Mérida en el 2004 y fue asignado como Capellán de
las Hermanas Dominicas, en la parroquia de La Candelaria en Santiago de la
Punta. Falleció la madrugada del miércoles 8 de marzo de 2006, en su residencia
familiar.
Sin lugar a dudas, el padre Onías hacía apología a su primer
nombre de pila, no como carpintero de madera, sino como constructor de fe y
evangelización, principios básicos de esa iglesia legada por Cristo, de la cual
fue un digno representante.
![]() |
| El presbítero José Onías Mora Newman fue designado como párroco de la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de El Vigía el 28 de septiembre 1992 |

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